El Yin y el Yang de las Personas

 

El Yin y el Yang de las Personas


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Somos personas buenas? Somos personas malas? O somos ambas cosas? .

Partiendo de que todo es relativo, debemos entender que las personas son buenas y malas dependiendo de la perspectiva en que midamos sus acciones. La vida, como las estaciones del año, es un ciclo constante de cambios y matices. Al igual que el clima, las personas pueden estar experimentando una primavera, un otoño, un verano o un invierno en sus vidas. Estos ciclos no sólo se aplican a sus experiencias personales, sino también a las relaciones con su entorno. Podemos estar dando luz a unos y oscuridad a otros. Podemos estar atentos llevando a toda prisa un regalo y, al mismo tiempo, cruzar un semáforo en rojo por ansiedad, perjudicando y dando oscuridad a otros.

Esta complejidad de la vida nos invita a reflexionar sobre la naturaleza humana. En las relaciones personales, debemos apelar a nuestra intuición para discernir si estamos pasando un invierno en los polos o un invierno en el ecuador. La ecuación cambia drásticamente, ¿verdad? El verano, por ejemplo, puede ser muy placentero, pero hay calores que duelen, como una tarde de calor extremo en medio del desierto. Si identificamos el calor como una especie de cariño, esa tarde en el desierto sería como la sobreprotección que reciben ciertas personas, perjudicial para enfrentar los obstáculos de la vida.

En el otro extremo, encontramos el frío más intenso en una noche del invierno más crudo, donde psicológicamente podríamos encontrar la indiferencia más fría o la ausencia total de cariño hacia el prójimo. 

Salir de estos extremos nos permite encontrar diversos estados intermedios. Por ejemplo, una placentera noche de verano en la playa o un paseo por un parque en otoño, con hojas color ocre, nos llevan a momentos de tranquilidad y reflexión.

Las personas pueden ser buenas o malas dependiendo de varios factores. Mientras una persona nos esté dando luz e identificamos su acto como bondad, al mismo tiempo, con ese acto u otro, podría estar dando oscuridad a otros, por ejemplo, con su ausencia. La polaridad de nuestras luces y sombras es inevitable. Por ello, es importante ser conscientes de cómo influimos en los demás y mantener un equilibrio. De lo contrario, terminaremos siendo inestables para nosotros y nuestro entorno.

El caracter de las personas


¿Cómo es tu carácter? ¿Eres un país del Mediterráneo con veranos calurosos e inviernos suaves donde apenas se notan las otras estaciones? ¿O tus estaciones están bien marcadas? ¿Albergas en tu carácter los rigurosos climas de las estepas y desiertos?

Habrá personas que reciban diversas opiniones sobre nosotros, y eso es algo que debemos aceptar. Estas percepciones dependen de la estación que les hayamos dado vivir y de cuánta luz y cuántas sombras les hayamos ofrecido. En última instancia, la bondad y la maldad son conceptos relativos, influenciados por las circunstancias y las perspectivas individuales. Pueden estar siendo buenos con nosotros, pero al mismo tiempo siendo malos con otros. Si vienen a comprar a nuestra tienda, dejarán de comprar en otra, y viceversa. Esto podría llevarnos a buscar más clientes y, con esto, no me refiero a la infidelidad, sino a tener más alternativas para que nuestra tienda siga funcionando.

Si nos falta atención y la persona en cuestión no está por diversos motivos, debemos aprender a disfrutar de estar solos o suplantar esa ausencia con otros seres de nuestro entorno, que está lleno de vida.

Así como los supuestos planetas orbitan dando más o menos luz y calor a sus compañeros de viaje, las personas transitamos ciclos que se repiten a lo largo de nuestra existencia. La sabiduría radica en identificar estos patrones: en primera persona, para anticipar nuestras propias estaciones y estados de ánimo; en tercera persona, para comprender los ciclos de quienes nos rodean. 

Cuando detectamos el invierno en otros, podemos ser ese fuego que calienta, manifestado como cariño, cercanía o amor. Ante el calor asfixiante de los celos o la sobreprotección, podemos ofrecer sombra y agua, representando confianza y seguridad.

Comprender estos ciclos vitales nos permite navegar con mayor destreza por las diferentes atmósferas de nuestro entorno social, transformando potenciales conflictos en oportunidades de crecimiento mutuo.

Para concluir, si notas que una persona llega con frío, prueba a encender una estufa y dale calor, una muestra de cariño y afecto, a ver si pasa. Y si llega con mucho calor de celos o sobreprotección, prueba dándole un helado, seguridad y confianza, para que se refresque. A decir verdad, los climas fríos y calurosos también se disfrutan, pero en su justa medida y teniendo herramientas a mano para compensar esas temperaturas y estar a gusto con los demás.

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